Hay una historia muy bonita.
-El sabio Nárada le pidió a Vishnu: “Oh Señor,¿quién es tu devoto más cercano?-
Y Vishnu le respondió: “Ve a este pueblecito de la tierra y observa. Hay un anciano en tal casa. Este es mi devoto más relevante”.-
Nárada bajó a la tierra, se dirigió al pueblecito y buscó la casa. Observó que este señor se levantaba a las cinco de la mañana, cuidaba de su mujer enferma, ordeñaba las vacas, despertaba a sus hijos, les preparaba el almuerzo y los llevaba a la escuela. Trabajaba en el campo y se preparaba la comida. Volvía a cuidar a su mujer y seguía trabajando en el campo hasta el anochecer.
Nárada no veía ningún signo de grandeza ni de devoción, y se decía a si mismo: “no hace yoga, no medita. No veo imágenes ni deidades en la casa, ¿como puede ser?”. Nárada creyó que Vishnu se había equivocado y volvió a pedirle.
Vishnu le respondió: “Vuelve y observa bien, ¡este es mi devoto más cercano!”-
Nárada volvió a la tierra y observó que de buena mañana, cuando se levantaba, salía fuera y, mirando hacia el cielo, repetía:
-El sabio Nárada le pidió a Vishnu: “Oh Señor,¿quién es tu devoto más cercano?-
Y Vishnu le respondió: “Ve a este pueblecito de la tierra y observa. Hay un anciano en tal casa. Este es mi devoto más relevante”.-
Nárada bajó a la tierra, se dirigió al pueblecito y buscó la casa. Observó que este señor se levantaba a las cinco de la mañana, cuidaba de su mujer enferma, ordeñaba las vacas, despertaba a sus hijos, les preparaba el almuerzo y los llevaba a la escuela. Trabajaba en el campo y se preparaba la comida. Volvía a cuidar a su mujer y seguía trabajando en el campo hasta el anochecer.
Nárada no veía ningún signo de grandeza ni de devoción, y se decía a si mismo: “no hace yoga, no medita. No veo imágenes ni deidades en la casa, ¿como puede ser?”. Nárada creyó que Vishnu se había equivocado y volvió a pedirle.
Vishnu le respondió: “Vuelve y observa bien, ¡este es mi devoto más cercano!”-
Nárada volvió a la tierra y observó que de buena mañana, cuando se levantaba, salía fuera y, mirando hacia el cielo, repetía:
“Narayana, Narayana, Narayana”
(Narayana es un nombre de la divinidad, del Absoluto) y a continuación empezaba las actividades hasta muy entrada la noche cuando, agotado, volvía a mirar el cielo y con emoción repetía otra vez: “Narayana, Narayana, Narayana” con un fuerte sentimiento de entrega y plenitud.
Esta persona tenía una actitud que lo acompañaba siempre. Incluso inmerso en la actividad mantenía el reconocimiento de la esencia.
Entonces, no se trata de hacer muchas cosas
ni de forzarnos a hacer pocas.
Se trata de reconocer lo que ya somos,
sin la tendencia de querer obtener.
No tenemos que obtener nada...