debes tener un interés genuino.
Si sientes verdadero amor por la meditación,
no tendrás que esforzarte
para encontrar tu realidad más profunda,
la descubrirás fácilmente.
Te contaré una historia que lo ilustra:
Akbar fue un gran rey mogol de la India.
Un día salió a cabalgar por el bosque.
Cuando llegó el momento de hacer sus oraciones de la tarde,
se bajó de su caballo,
extendió su tapete de meditación al lado del camino
y empezó a orar.
Mientras lo hacía, pasó por allí una mujer.
El esposo de esa mujer había ido aquel día temprano
a recoger leña en el bosque.
Todavía no había vuelto,
a pesar de ser ya más de medio día,
y ella sentía inquietud por él.
Había salido a buscarlo preocupada por su ausencia,
e iba caminando muy deprisa.
Había salido a buscarlo preocupada por su ausencia,
e iba caminando muy deprisa.
Por ir tan rápido pisó el tapete de meditación de Akbar
sin darse cuenta.
Este se enfureció,
pero no pudo decir nada porque en la religión islámica
está prohibido hablar durante las oraciones.
El incidente le irritó tanto
que no pudo dejar de pensar en él.
En vez de beber el amor de Dios mediante la oración,
sólo bebía el veneno de la ira.
sin darse cuenta.
Este se enfureció,
pero no pudo decir nada porque en la religión islámica
está prohibido hablar durante las oraciones.
El incidente le irritó tanto
que no pudo dejar de pensar en él.
En vez de beber el amor de Dios mediante la oración,
sólo bebía el veneno de la ira.
Cuando la mujer se hubo alejado un poco,
vio a su marido que se aproximaba por la dirección opuesta.
vio a su marido que se aproximaba por la dirección opuesta.
Corrió a su encuentro, lo abrazó
y empezó a caminar hacia su casa con él.
Pronto llegaron al lugar donde Akbar había estado orando.
Para entonces ya había terminado
y estaba sacudiendo su tapete de meditación.
y empezó a caminar hacia su casa con él.
Pronto llegaron al lugar donde Akbar había estado orando.
Para entonces ya había terminado
y estaba sacudiendo su tapete de meditación.
Cuando vio a la pareja que venía hacia él,
el fuego de su cólera se encendió de nuevo
y gritó a la mujer...
el fuego de su cólera se encendió de nuevo
y gritó a la mujer...
–¿Qué clase de persona eres? ¿No tienes vergüenza?
¿No tienes ningún sentido de lo correcto?
La mujer se asombró.
No sabía que hubiera hecho algo incorrecto,
había pisado el tapete de meditación de Akbar sin darse cuenta.
No sabía que hubiera hecho algo incorrecto,
había pisado el tapete de meditación de Akbar sin darse cuenta.
–Majestad –dijo–, ¿podéis decirme qué ha sucedido?
El rey gritó:
El rey gritó:
–¿No lo recuerdas?
¡Estaba tratando de absorberme en el amor del Señor,
pero tú viniste y pisaste mi tapete de meditación!
¡Estaba tratando de absorberme en el amor del Señor,
pero tú viniste y pisaste mi tapete de meditación!
–Majestad –dijo la mujer–.
Lo siento mucho.
Iba corriendo para encontrar a mi marido
y estaba tan absorta pensando en él,
que no me di cuenta
de que vos y vuestro tapete de meditación
estaban frente a mí.
No obstante, majestad,
hay una cosa que me desconcierta.
Vos estabas rezando a Dios,
que es mucho más grande que un simple marido.
¿Cómo es que no estabais más absorto que yo?
¿Cómo es que me advertiste?
Lo siento mucho.
Iba corriendo para encontrar a mi marido
y estaba tan absorta pensando en él,
que no me di cuenta
de que vos y vuestro tapete de meditación
estaban frente a mí.
No obstante, majestad,
hay una cosa que me desconcierta.
Vos estabas rezando a Dios,
que es mucho más grande que un simple marido.
¿Cómo es que no estabais más absorto que yo?
¿Cómo es que me advertiste?