Sólo el silencio

Aunque la realidad del ser ha sido establecida de muchas maneras,decirlo no es suficiente: el ser sólo es conocido por experiencia propia.

Sri Bhagavan Ramana Maharshi

ॐ नमः शिवाय

lunes, 17 de abril de 2017

LA RESPUESTA A «¿QUIÉN SOY YO?»


«No hay ninguna respuesta a “¿Quién soy yo?” 
El preguntar mismo es la respuesta» 

Ramana Maharshi 

NORMALMENTE cuando hacemos una pregunta —a menos que sea una pregunta meramente retórica— buscamos una respuesta. Y en el caso de la más importante de todas las preguntas —«¿Quién soy yo?»— esperamos ciertamente una respuesta particularmente clara, satisfactoria y final: de otro modo, ¿para qué molestarse en hacer la pregunta? 

Sin embargo, Maharshi dice que no hay ninguna respuesta, puesto que el preguntar mismo es la respuesta. E incluso esta no-respuesta parece estar lejos de ser final, puesto que tenemos que continuar haciendo la pregunta. ¿Por qué esta contradicción, esta paradoja enigmática o incluso perturbadora? 

Si podemos encontrar la explicación estaremos muy cerca del corazón de su enseñanza. Si no podemos encontrarla, o si ignoramos la paradoja, permaneceremos ciertamente lejos de ese corazón. Consideremos qué tipo de respuesta buscamos naturalmente cuando preguntamos Quién somos realmente. 

Primeramente, buscamos una respuesta intelectual, una fórmula verbal, una frase iluminadora o un texto sagrado que parezca saldar la cuestión más allá de duda, que satisfaga nuestra necesidad de conocer la verdad, de comprender el caso. Cuando preguntamos quién es el Presidente de EE. UU. esperamos una respuesta verbal concisa y concluyente como «Sr. Nixon». En otro nivel, cuando preguntamos cuál es el propósito de la vida esperamos una respuesta clara (si no del todo concluyente) como «Descubrir Quién está viviéndola». 

Similarmente, cuando preguntamos Quién somos realmente, esperamos alguna respuesta verbal definida tal como «Atman-Brahman, o el Uno, o la Naturaleza de Buda, o la Divinidad». Pero obviamente las palabras, bien sean leídas o habladas o cantadas (por mucho que se repitan), no son suficientes; no es mera información lo que buscamos. Junto con las palabras debe haber una genuina comprensión de su significado e implicaciones. 

Tenemos que saber lo que significa el término Atman-Brahman, así como saber que nosotros somos, en la raíz, ese mismo Ser. Pero claramente esta comprensión todavía no es suficiente. Incluso si estamos diciéndonos continuamente a nosotros mismos que en realidad somos Atman-Brahman, y tenemos alguna idea de lo que esta sorprendente afirmación significa, nuestra pregunta «¿Quién soy yo?» todavía no está zanjada. 

Ninguna fórmula, por muy sagrada que sea, y ninguna comprensión que la acompañe, por muy penetrante que sea, es buena si nos falta su «sensación». Debe haber también una convicción profundamente «sentida» de que ésta es la verdad central, de que somos verdaderamente, ahora y siempre y contrariamente a todas las apariencias, la Fuente misma de todas las cosas. 

No solo tenemos que decir esto con nuestros labios y pensarlo en nuestras cabezas sino creerlo en nuestros corazones, de modo que todo el hombre esté implicado. De otro modo, no acontece nada significativo. 

Pero nuevamente, esto no es suficiente. La creencia tiene que ser mantenida. No es muy eficaz estar profundamente convencido ahora de que nosotros somos, intrínsecamente, la Nocosa que es el Origen del mundo, si al momento siguiente lo olvidamos, y pensamos en nosotros mismos como una mera parte de ese mundo y esencialmente una cosa rodeada por otras cosas. 

Tiene que haber también una realización constante de Quien somos.

 Sin embargo, ¿es esto plenamente suficiente? La convicción profunda, mantenida constantemente, referente a nuestra verdadera Identidad, necesita ser actualizada en la vida diaria, para devenir plenamente operativa en todo lo que hacemos y decimos, de modo que, manifiestamente, no estemos viviendo ya desde nuestro centro humano imaginado sino desde nuestro verdadero Centro. Pensando y sintiendo y viviendo así, podríamos ser disculpados por creer que al fin hemos zanjado verdaderamente la cuestión «¿Quién soy yo?» 

Sin embargo, según Ramana Maharshi, esto no es así: la pregunta permanece sin responder —debido a que es sin respuesta—. ¿Qué puede haber querido decir? ¿Qué hemos descuidado hacer? De hecho, el tipo de respuesta que hemos estado explorando hasta aquí no es el tipo que él propone, no es el tipo que puede zanjar realmente nuestra cuestión. 

Hemos estado yendo en la dirección equivocada, trabajando a lo largo de líneas enteramente equivocadas —a lo largo de las sendas bien trilladas de la mente, pensamiento, conocimiento, sentimiento, acción, sendas que se ramifican en complicaciones que crecen sin cesar y que imponen al viajero demandas que también crecen sin cesar. 

Si el descubrimiento de Quien somos está disponible solo para el tipo de persona que hemos estado describiendo, entonces es solo para los poquísimos que son suficientemente inteligentes, intuitivos, concentrados, dedicados, infatigables: resumiendo, no está disponible para casi nadie. 

Pero Ramana Maharshi negaba esto firmemente. Nunca esperaba que las personas devinieran sabias o virtuosas de ningún tipo. 

Sin reservas o condiciones anunciaba: «Sea cual sea su sí mismo humano, sea su Sí mismo real. Sea cual sea su problema, la respuesta es ver Quien lo tiene, ahora. ¿A qué está esperando? Todas las dificultades son imaginarias: si usted no puede ver su Sí mismo, ¿quién puede? La razón de que no esté Auto-realizado es que piensa que no lo está». 

Aquí, entonces, está la clave de lo que él quiere decir. Cuando hacemos la pregunta «¿Quién soy yo?» de la manera que él propone, lo que acontece es que ninguna idea, ninguna fórmula, ningún texto sagrado, ninguna intuición, ningún color emocional surge en respuesta a ella. Todo lo contrario: todas éstas se desvanecen, y nos quedamos en un estado de claridad, apertura y no-mente total —plenamente alerta, completamente despierto, pero libre de toda experiencia particular, vacío de todo contenido o proceso mental—. 

El conocimiento implica ignorancia de lo que hay más allá de lo conocido, dice Maharshi. «El conocimiento es siempre limitado». 

Pero ver Quien soy yo no es conocimiento: es descubrimiento siempre renovado, fresco, sin conexión con el pasado y el futuro, perfectamente simple. Y es ver lo Ilimitado, la Claridad sin límites que no tiene ningún más allá. Por lo tanto 

proporciona la respuesta plenamente convincente y satisfactoria a nuestra pregunta. Si contuviera el más mínimo ingrediente verbal o intelectual o emocional, no lo haría en absoluto. No podríamos reposar en ella, debido a que tales ingredientes requerirían comentario, más estudio, interpretación, desarrollo. 

La Claridad que hay justamente aquí para el ver, en la Fuente y Centro de mi experiencia cotidiana, se descubre a Sí misma libre de toda polución de la corriente del mundo que fluye desde Ella. Completamente de otro orden, este Manantial permanece enteramente lúcido, transparente, incoloro, inmutable, mientras desde Él fluye con inconcebible abundancia la turbulenta e incesante corriente del mundo. 

¿Cómo, entonces, tengo que hacer la pregunta «¿Quién soy yo?» de tal manera que llegue a esa verdadera respuesta que no es ninguna respuesta? 

Solo tengo que mirar justo aquí donde yo soy ahora, y tomar en serio lo que encuentro. Olvidando lo que recuerdo y lo que se me ha dicho sobre mí mismo, tengo que echar una mirada fresca a lo que es ser mí mismo. 

Y cuando miro a mí mismo aquí, sin preconcepción o prejuicio, ¿qué encuentro? ¿Obscuridad, una masa de carne y sangre, una caja con dos pequeños ventanucos en ella, un aparato o cosa de algún tipo? ¿Un observador, un veedor, una persona? ¿Una mente, un sistema de ideas, sentimientos, palabras? 

¡No! Cuando presencio honestamente este Lugar mismo que yo ocupo no encuentro aquí absolutamente Nada (No-cosa) —la Simplicidad misma, indudable, evidente, final—. 

Esa Nocosa (Nada) es la no-respuesta a la pregunta de «¿Quién soy yo?»; 

¡y, paradójicamente, la respuesta perfecta también! 


DOUGLAS E. HARDING 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

TAT TVAM ASI (Tú eres Aquello que es lo único que ES)

OM NAMAH SHIVAYA



Âtma Vichara paso a paso

Persigue inexorablemente la búsqueda del "Quién soy yo".
Analiza tu personalidad entera.
Trata de encontrar dónde comienza el pensamiento del Yo.
Prosigue con tus meditaciones.
Continúa volviendo la atención hacia adentro. (Un día la rueda del pensamiento perderá velocidad, y una intuición surgirá misteriosamente)
Sigue esa intuición, deja que tu pensamiento se detenga, y te conducirá finalmente hacia la meta.

De las Enseñanzas de Sri Ramana Maharshi