Lo que en el sendero del conocimiento (jñana marga) se denomina meditación, aquí, en la vía devocional (bhakti) se conoce como "contemplación", centrarse en el origen, diluirse como la sal se hace invisible al contactarse con el agua, o fundirse en esa alta vibración que tanto le atre, como la mariposa en el fuego, que ya no representa un peligro para ella, y si una aceleración de la entrega a la unión amorosa.
La contemplación es la meditación en el ideal elegido en el que hemos habituado la mente a fijarse y concentrarse, mediante un gran impulso devocional inicialmente, pero también con mucho tiempo de trabajo y esfuerzo incesante.
La contemplación bien entendida es esencial para dejar al descubierto, antes nuestros propios ojos (ahora despejados, apoyados sobre la base de un estado mental de quietud o armonía) todo aquello que nos separa de nuestro estado natural y puro.
Todos los condicionamientos y limitaciones que nos hacen sentir aparte, distintos, presionados y marginados de esa continuidad de ser que tanto amamos y anhelamos... "Lujuria y oro", decia Sri Ramakrishna, para remarcar las dos principales causas o apoyos de este egoísmo que desde la memoria individual no nos deja disfrutar de la Gracia omnipresente del Señor en el corazón.
A medida que este proceso de autodescubrimiento y vaciamiento o purificación avanza, nuestro estado mental predominante comienza a ser cada vez más calmo, armonioso y equilibrado ... Las prácticas ejecutadas según la instrucción recibida nos van acercando en forma paulatina a una mayor firmeza de la mente, a una atención espontánea, que ya no es una postura asumida o forzada, sino el resultado de la placidez, de la amplitud hallada en ese estado ideal, de apertura, de total relajación y entrega.
Todos los condicionamientos y limitaciones que nos hacen sentir aparte, distintos, presionados y marginados de esa continuidad de ser que tanto amamos y anhelamos... "Lujuria y oro", decia Sri Ramakrishna, para remarcar las dos principales causas o apoyos de este egoísmo que desde la memoria individual no nos deja disfrutar de la Gracia omnipresente del Señor en el corazón.
A medida que este proceso de autodescubrimiento y vaciamiento o purificación avanza, nuestro estado mental predominante comienza a ser cada vez más calmo, armonioso y equilibrado ... Las prácticas ejecutadas según la instrucción recibida nos van acercando en forma paulatina a una mayor firmeza de la mente, a una atención espontánea, que ya no es una postura asumida o forzada, sino el resultado de la placidez, de la amplitud hallada en ese estado ideal, de apertura, de total relajación y entrega.
Como un vaso repleto de agua al ser sumergido en el agua todavía experimentamos una sutil separación, no obstante la sensación es la misma que al emerger cada mañana del sueño profundo, donde experimentamos la plenitud y la felicidad de ser absolutamente libres, y ésta es una señal inequívoca de que vamos por la buena senda, pues estamos retornando a ese estado natural y puro, y ya no nos sentimos desconectados de la realidad durante el estado de vigilia y el sueño con sueños, pues comenzamos a presenciar como poco a poco las diferencias comienzan a disiparse, lentamente, como la noche oscura al llegar el alba.
Esta comunión y la permanencia en ese estado de integración profunda es lo que el Maharshi nombra como contemplación ininterrumpida del Señor o meditación en Dios, tanto sea personal o como símbolo de la unidad espiritual, del Yo supremo.
Esta comunión y la permanencia en ese estado de integración profunda es lo que el Maharshi nombra como contemplación ininterrumpida del Señor o meditación en Dios, tanto sea personal o como símbolo de la unidad espiritual, del Yo supremo.
Medita en Dios, ya sea en un lugar oscuro
o en la soledad de los bosques,
o en el santuario silencioso de tu corazón.
Dilúyete en el Señor, como las drogas se diluyen en el alcohol.
La meditación profunda revela
la verdadera naturaleza del Ideal Elegido
en el cual se medita y la infunde en el alma
de aquel que está meditando.
El secreto consiste en que la unión con Dios (yoga),
nunca tiene lugar a menos que la mente esté absolutamente calma,
cualquiera sea el sendero que se siga para la realización de Dios.
La mente está siempre bajo el control del yogui
y no el yogui bajo el control de la mente.
Sri Ramakrishna
Esta nueva perspectiva, que se siente como un cambio radical en la manera de ver las cosas y sobre todo en la forma de encarar el sendero del autoconocimiento, nos irán introduciendo naturalmente en la reflexión y más tarde en la indagación o investigación de ese nuevo estado que comenzamos a experimentar.
La contemplación es el resultado natural de nuestro avance en el único sentido que puede darse, el de la unificación con el Señor como el ser interior, supremo y primordial, al que buscamos acercarnos primero y conocer después con la profunidad que sea necesaria para comulgar con él, en una paz profunda y perdurable, que sólo puede ser producto de la verdadera unidad.
Podemos extraer de estos versos otro significado más profundo de lo que hasta ahora entendíamos como ENTREGA... La reiterada enseñanza que dice "deposita todas tus cargas a los Pies del Señor", es también una referencia a los beneficios trascendentales que obtendremos con la práctica de la contemplación.
Durante el estado de absorción en la contemplación (bhava) pasaran ante nosotros todos nuestros "asuntos pendientes", nuestros problemas de arrastre o incomprensiones que venimos soportando desde el pasado, y que, almacenadas en la memoria física como tendencias o predisposiciones salen ahora, a la luz de una oportunidad para trascender.
Pero esta vez no reaccionaremos ni con aceptación ni con rechazo ante su aparición, porque el mayor beneficio de la contemplación es que ante la PRESENCIA del ser supremo, nuestra perspectiva se sitúa como la del testigo, como el observador desapegado de todo lo que aparece... Entonces estas energías pasan ante nuestros ojos como las aves en el cielo, con cierta carga de emotividad, pero sin afectarnos particularmente, liberándose de esas reacciones que no hacían más que retroalimentarlas y sujetarlas en el interior de nuestra mente, en el subconciente.
Se dice que la contemplación o la meditación no es algo "a conseguir", sino el estado básico o natural de nuestra mente, cuando no se halla condicionada o presionada por factores externos, y en este mismo sentido, la contemplación es ese descanso reparador, como un remanso de quietud, en que el continuo fluir del "arroyo" de los pensamientos se estabiliza y se sostiene.
El Maharshi siempre repetía que "el agua no se puede convertir en agua-seca", cuando se le preguntaba la manera de destruir o deshacernos de la mente... Mientras el agua siga fluyendo, habrá pensamientos, habrá movimiento y pulsación, interrupciones y variaciones en el devenir del arroyo, pero si aprendemos a contemplar el fondo estable y continuo sobre el que la corriente se desliza, podemos llegar tener un presentimiento, un vislumbre de la unidad perfecta e incorruptible que espera a ser descubierta en lo profundo del corazón.
Durante el estado de absorción en la contemplación (bhava) pasaran ante nosotros todos nuestros "asuntos pendientes", nuestros problemas de arrastre o incomprensiones que venimos soportando desde el pasado, y que, almacenadas en la memoria física como tendencias o predisposiciones salen ahora, a la luz de una oportunidad para trascender.
Pero esta vez no reaccionaremos ni con aceptación ni con rechazo ante su aparición, porque el mayor beneficio de la contemplación es que ante la PRESENCIA del ser supremo, nuestra perspectiva se sitúa como la del testigo, como el observador desapegado de todo lo que aparece... Entonces estas energías pasan ante nuestros ojos como las aves en el cielo, con cierta carga de emotividad, pero sin afectarnos particularmente, liberándose de esas reacciones que no hacían más que retroalimentarlas y sujetarlas en el interior de nuestra mente, en el subconciente.
Se dice que la contemplación o la meditación no es algo "a conseguir", sino el estado básico o natural de nuestra mente, cuando no se halla condicionada o presionada por factores externos, y en este mismo sentido, la contemplación es ese descanso reparador, como un remanso de quietud, en que el continuo fluir del "arroyo" de los pensamientos se estabiliza y se sostiene.
El Maharshi siempre repetía que "el agua no se puede convertir en agua-seca", cuando se le preguntaba la manera de destruir o deshacernos de la mente... Mientras el agua siga fluyendo, habrá pensamientos, habrá movimiento y pulsación, interrupciones y variaciones en el devenir del arroyo, pero si aprendemos a contemplar el fondo estable y continuo sobre el que la corriente se desliza, podemos llegar tener un presentimiento, un vislumbre de la unidad perfecta e incorruptible que espera a ser descubierta en lo profundo del corazón.
A esto se refiere el Maestro al hablar de la contemplación interrumpida, más superficial, con más propensión a las distracciones o interferencias, y la más profunda o ininterrumpida "como un río de ghi" o un chorro de aceite que por su densidad cae de manera pareja y constante, con un recorrido uniforme, sin desviarse ni derramarse en su traspaso.
Usted no podrá ser consciente de las interrupciones a menos que lo piense.
Se trata sólo de un pensamiento. Repita la antigua práctica:
"¿A quién le surgen los pensamientos?".
Mantenga esa práctica hasta que no hay más interrupciones.
Sólo la práctica producirá
una continuación de la consciencia.
Sri Ramana Maharshi
En este verso el Maestro nos sitúa un poco más en el centro del problema de identidad que nos ha traído hasta aquí, produndizando aún más en cuanto al resultante que debe derivar de la práctica devocional en general, y en este caso, de la contemplación.
La contemplación puede darse de dos formas a saber: con forma (saguna) y sin forma (nirguna), habiéndose centrado en un objeto determinado en el primer caso, y en el observador en sí, en el segundo... en la contemplación no-dual.
Siempre debemos rechazar la tendencia de la mente a creer que una práctica por ser superior a otra, puede ser tomada como un atajo, o una vía directa, ya que no es así de ninguna manera, porque cada paso es consecuencia del anterior y se suceden como los peldaños de una escalera.
De ninguna manera podemos acelerar los resultados salteando etapas de práctica, y sobre todo, menospreciando el nivel de sutilización que necesitaremos en los próximos niveles a que vayamos accediendo, a medida que la mente se vaya depurando y clarificando.
De la misma forma que la contemplación ininterrumpida es consecuencia de haber consolidado su antecesora inmediata, así la contemplación sin forma llega tras largos períodos de práctica de contemplación sobre la forma del Señor, del Gurú o del ideal elegido.
Cuando se le consultaba al Maharshi, cuál era el método más eficaz para obtener la realización definitiva... Si se trataba de la plegaria dirigida a Dios, la entrega al Gurú, o la concentración de la mente, etc., el Maestro respondía:
El collar de oro y el anillo del mismo metal pueden hallarse separados de acuerdo a la perspectiva que utilizen para el autoconocimiento.
El anillo se encuentra limitado en peso y forma, con respecto al collar y puede llegar a creer que su origen es muy distinto al del collar, tomando en cuenta los atributos y cualidades que componen a uno y otro.
Difiere del collar cuantitativa pero no cualitativamente, pues si su analisis se basa en la afirmación "soy el anillo", establecerá una relación espacio temporal con el collar, y otra (que surge de esta espontáneamente) con el oro ... Así es, aunque no aparezca a simple vista... La dualidad no consta de dos sino de tres componentes fundamentales, por eso los Maestros de Advaita siempre hablan de "la tríada" del conocimiento.
Sujeto y objeto parten de una base cierta, que podríamos llamar el sujeto último o el trasfondo, base del conocimiento dualista u objetivo.
Ahora bien, si el anillo que se encuentra separado del collar (y de todas las demás joyas de ese material cognoscibles) cambia rotundamente su punto de vista y pasa a la afirmación "Yo soy el oro", la dualidad se corta abruptamente, no sólo unificándolo con el oro como su ser esencial, sino también con el collar y con todo aquello que haya sido construído a partir de esa base.
Si finalmente el anillo comprende "Él soy yo", se diluyen todas las dudas y se superan las limitaciones de nombre-forma en la contemplación de su real naturaleza.
Por eso el Maharshi afirmaba que "Sólo el sabio es un verdadero devoto"... Situados en ese punto de partida de nuestro estado actual por medio de la contemplación no-dual, podemos llegar a vislumbrar ese otro espacio ilimitado, que no es otro distinto, sino el único infinito sobre el que se montan todos los demás estados, y está siempre-aquí-ahora como muestra irrefutable de su naturaleza eterna, sin cambio y autoconsciente.
Sabemos que la "Visión" de Dios no puede expresarse en palabras y por esto los maestros de la Vedanta siempre utilizan la expresión compuesta SAT-CHIT-ANANDA, que significa escuetamente: Existencia perfecta, Concocimiento absoluto o puro, y Dicha plena, amor y paz, o lo que es lo mismo, armonía y unidad en todo.
Ananda (esta dicha tan amplia) es uno de los signos de haber alcanzado esa Visión, a través de la CONTEMPLACIÓN NO-DUAL, de la realización de que Dios y Yo son uno y el mismos ser.
En el momento en que surge la comprensión de que el Señor es en realidad nuestro Yo verdadero, el curso de nuestra búsqueda cambia drásticamente... La devoción dual, pasa a ser el consabido amor por Sí mismo, que nos parecía extraño y contradictorio en un principio, al contrastarlo con el ego, el yo superpuesto, el falso si mismo que aparece como consecuencia del reflejo en las predisposiciones (vasanas) acumuladas.
Pero esta vez ese Sí mismo, aparece desde el correcto enfoque, desde el sí-mismo (atmân) común a todas sus criaturas, a todos los seres sensibles que lo componen ... Y se constituye así en la base, el principio y fundamento del Verdadero Conocimiento o Advaita.
La contemplación puede darse de dos formas a saber: con forma (saguna) y sin forma (nirguna), habiéndose centrado en un objeto determinado en el primer caso, y en el observador en sí, en el segundo... en la contemplación no-dual.
Siempre debemos rechazar la tendencia de la mente a creer que una práctica por ser superior a otra, puede ser tomada como un atajo, o una vía directa, ya que no es así de ninguna manera, porque cada paso es consecuencia del anterior y se suceden como los peldaños de una escalera.
De ninguna manera podemos acelerar los resultados salteando etapas de práctica, y sobre todo, menospreciando el nivel de sutilización que necesitaremos en los próximos niveles a que vayamos accediendo, a medida que la mente se vaya depurando y clarificando.
De la misma forma que la contemplación ininterrumpida es consecuencia de haber consolidado su antecesora inmediata, así la contemplación sin forma llega tras largos períodos de práctica de contemplación sobre la forma del Señor, del Gurú o del ideal elegido.
Cuando se le consultaba al Maharshi, cuál era el método más eficaz para obtener la realización definitiva... Si se trataba de la plegaria dirigida a Dios, la entrega al Gurú, o la concentración de la mente, etc., el Maestro respondía:
Una cosa es consecuencia de la otra.
Cada una de ellas conduce a la siguiente etapa.
Forman un totalidad continua.
Dios, el Gurú y el Yo no son diferentes.
Son una misa cosa.
Son una misa cosa.
Por tanto los métodos no ofrecen elección.
Sri Ramana Maharshi
Veamos ahora porqué el Maestro nos marca una diferencia notoria, entre la contemplación dual y la no-dual, corroborando al mismo tiempo, la afirmación de que no puede pasarse a la una, sin haber trascendido la otra naturalmente.
El collar de oro y el anillo del mismo metal pueden hallarse separados de acuerdo a la perspectiva que utilizen para el autoconocimiento.
El anillo se encuentra limitado en peso y forma, con respecto al collar y puede llegar a creer que su origen es muy distinto al del collar, tomando en cuenta los atributos y cualidades que componen a uno y otro.
Difiere del collar cuantitativa pero no cualitativamente, pues si su analisis se basa en la afirmación "soy el anillo", establecerá una relación espacio temporal con el collar, y otra (que surge de esta espontáneamente) con el oro ... Así es, aunque no aparezca a simple vista... La dualidad no consta de dos sino de tres componentes fundamentales, por eso los Maestros de Advaita siempre hablan de "la tríada" del conocimiento.
Sujeto y objeto parten de una base cierta, que podríamos llamar el sujeto último o el trasfondo, base del conocimiento dualista u objetivo.
Ahora bien, si el anillo que se encuentra separado del collar (y de todas las demás joyas de ese material cognoscibles) cambia rotundamente su punto de vista y pasa a la afirmación "Yo soy el oro", la dualidad se corta abruptamente, no sólo unificándolo con el oro como su ser esencial, sino también con el collar y con todo aquello que haya sido construído a partir de esa base.
Si finalmente el anillo comprende "Él soy yo", se diluyen todas las dudas y se superan las limitaciones de nombre-forma en la contemplación de su real naturaleza.
49.
Ya que todos los seres tienen su origen en Brahman,
debemos considerarlos como siendo en verdad Brahman mismo.
50.
Los Vedas declaran evidentemente que sólo Brahman
es el sustrato de todas estas variedades de nombres, formas y acciones.
51.
Así como un objeto hecho de oro siempre es oro,
del mismo modo todo lo que ha nacido de Brahman siempre es Brahman.
52.
El miedo es uno de los atributos del ignorante
que persiste viendo la más leve diferencia
entre el ser individual y el Ser Supremo.
53.
Cuando la ignorancia engendra el concepto de dualidad,
uno ve a otros (algo o alguien además de sí mismo);
pero cuando todo queda identificado con el Atman ,
uno no percibe ni remotamente nada fuera de sí mismo.
54.
Cuando toda dualidad está ausente y uno realiza
que todo está identificado con el Atman,
no surgen ni confusiones ni sufrimientos.
Sri Sankarâchârya
APAROKSHA ANUBHUTI
La Realización Directa del Ser
Podemos completar esta analogía con el reiterado ejemplo de la "ola" de mar, con forma y fuerza limitada comparándose con el océano contenedor, o la más tradicional, de la arcilla y los utensillos construídos con este material, utilizada por el gran maestro Shankaracharya... Pero de poco nos servirán todas estas deducciones lógicas si no aprendemos a reconocer en nosotros mismos esta consciencia base, la "chispa divina" desde la cual parten todos las demás formas de conocimiento y percepción.
Por eso el Maharshi afirmaba que "Sólo el sabio es un verdadero devoto"... Situados en ese punto de partida de nuestro estado actual por medio de la contemplación no-dual, podemos llegar a vislumbrar ese otro espacio ilimitado, que no es otro distinto, sino el único infinito sobre el que se montan todos los demás estados, y está siempre-aquí-ahora como muestra irrefutable de su naturaleza eterna, sin cambio y autoconsciente.
Atentos a lo que esa contemplación nos revela, vamos ampliando nuestro acercamiento devocional hacia esa Fuente, única e indisoluble, de la cual surge todo lo que existe y hacia lo cual regresamos al finalizar cada ciclo vital o existencial.
Otra vez cabe que refresquemos y meditemos en lo que aprendimos anteriormente, con respecto a que todo objeto se compone de nombre-forma y esencia o SATCHITANANDA, la cual es común a todos los seres que existen en cualquier espacio y tiempo, en toda concepción intelectual, en cada creación y manifestación del ser único e indivisible.
Ananda (esta dicha tan amplia) es uno de los signos de haber alcanzado esa Visión, a través de la CONTEMPLACIÓN NO-DUAL, de la realización de que Dios y Yo son uno y el mismos ser.
En el momento en que surge la comprensión de que el Señor es en realidad nuestro Yo verdadero, el curso de nuestra búsqueda cambia drásticamente... La devoción dual, pasa a ser el consabido amor por Sí mismo, que nos parecía extraño y contradictorio en un principio, al contrastarlo con el ego, el yo superpuesto, el falso si mismo que aparece como consecuencia del reflejo en las predisposiciones (vasanas) acumuladas.
Pero esta vez ese Sí mismo, aparece desde el correcto enfoque, desde el sí-mismo (atmân) común a todas sus criaturas, a todos los seres sensibles que lo componen ... Y se constituye así en la base, el principio y fundamento del Verdadero Conocimiento o Advaita.
Digno de ser obtenido es el verdadero Conocimiento;
dignos de ser contemplados por la mente son los Pies del Señor;
ciertamente, digna de unirse a ella es la compañía de Sabios [satsang];
digna de tener brote en el corazón es la Felicidad.
Fijando firmemente con amor los Pies del Señor en el Corazón,
uno puede cortar la esclavitud del engaño,
y al cortar así la esclavitud,
uno puede contemplar la verdadera Luz del supremo conocimiento,
al haber florecido el propio loto del Corazón de uno.
Guru Vachaka Kovai
por Sri Muruganar
(Traducción y Comentarios: Sri Sadhu Om)
Comenzamos a vivir en un estado de gracia, donde todo lo que nos parecía hostíl hasta el momento se convierte en un recordatorio de nuesrta real esencia, de la unidad plena, proyectada como la mente del Señor, como el prodcuto de Su maravillosa manifestación, de Su Lila o juego divino, en el que se busca a sí mismo en los objetos.
Gradualmente la devoción nos ha llevado al convencimiento de que ese SER que tanto amamos es el centro u origen de nuestro propio ser individual, del Yo que sentimos como punto de partida cada mañana al despertar... Y ese "Él es yo" comienza a transformarse en el fundamento de todas las relaciones existentes, tanto con Dios como con todos los seres que nos rodean.
Comenzamos a vivir en un estado de gracia, donde todo lo que nos parecía hostíl hasta el momento se convierte en un recordatorio de nuesrta real esencia, de la unidad plena, proyectada como la mente del Señor, como el prodcuto de Su maravillosa manifestación, de Su Lila o juego divino, en el que se busca a sí mismo en los objetos.
La misma contemplación dual sostenida a través del tiempo, nos lleva un paso más allá a invertir los términos casi sin darnos cuenta, espontáneamente, e ir profundizando esa certeza o fe constituída y simentada en nuestro corazón, hasta que finalmente ese "ÉL es yo" se va develando como YO SOY ÉL o YO SOY AQUELLO, que es el principio existencial de toda la filosofía Vedanta.
Permanecer en ese Principio existencial, a los Pies del Señor o del Gurú como ideal elegido, es lo que nos irá conduciendo gradualmente, cada uno en su tiempo y a su modo, hacia el destino que todos tenemos como hijos, devotos o aspirantes a la realización ... El glorioso despertar a nuestra propia naturaleza inmutable, sin cambios, eterna y autoexistente... El regreso a Casa, la unificación definitiva con el Dios de dioses, Maheshua, SIVA mismo, nuestro SER REAL.